Aomanjû: el bosque mágico de Hoshigahara llegó sin hacer ruido, pero sus entrañables personajes y las aventuras que viven entre los muros de ese bosque donde la naturaleza se funde con la magia lo han convertido en un manga inolvidable.
A sus 45 años, Hisae Iwaoka es una de las más prestigiosas narradoras de historias de la industria del manga, habiendo demostrado sobradamente su desbordante imaginación y gran capacidad artística desde que debutara a comienzos de los 2000. Conocida principalmente por Dôsei Mansion, publicada en inglés como Saturn Apartments y ganadora del Gran Premio del 15º Japan Media Arts Festival en la categoría de manga, Iwaoka maneja magistralmente los hilos a la hora de crear relatos muy humanos que van directos al corazón, independientemente de si el contexto es realista o más bien fantasioso. Su trayectoria está trufada de volúmenes únicos, varios de ellos recopilaciones de esas magníficas historias cortas de bello dibujo con las que deleita a un público rendido a sus pies.
Aomanjû: el bosque mágico de Hoshigahara, publicado entre 2009 y 2015 en la revista Nemuki y, al cierre de esta, en Nemuki+, de la editorial Asahi Shinbunsha, es un perfecto ejemplo de lo que ha sido la carrera de la autora, solo que en esta ocasión nos encontramos ante una obra un poco más larga de lo que en ella es habitual y, por lo tanto, con un mayor desarrollo argumental y de personajes. Son 5 volúmenes en los que nos adentra en las profundidades del misterioso bosque amurallado del distrito 29 de Hoshigahara, dándonos a conocer no solamente al joven Sôichi y la pizpireta Suzu, que viven en un destartalado caserón de madera, sino también a toda una serie de personajes a cada cual más peculiar: desde un gallo gruñón y una ranita adorable hasta los espíritus de objetos y la naturaleza que allí se encuentran. Y luego están tres visitantes habituales: Yôhei, un niño que desoye las habladurías y, tras cruzar la verja de entrada, se hace amigo de los habitantes del bosque; Shinako, una espíritu del viento que conoce a Sôichi desde niño y sabe bien los secretos del bosque; y Nowaki, otro espíritu del viento, obsesionado con mantener a Shinako a su lado hasta el punto de estar dispuesto a acabar con Sôichi si es necesario.
A través de un portentoso estilo gráfico de gran simpleza, pero efectista y atractivo, Iwaoka entremezcla tiernas historias autoconclusivas que permiten conocer mejor a los personajes -valga como excusa la tarjeta de puntos que Sôichi va rellenando conforme ayuda con sus problemas a quienes llegan al bosque- y una trama general que se vuelve cada vez más oscura -con Nowaki como villano desquiciado capaz de cualquier cosa por salirse con la suya-, este manga llama la atención del lector por su aspecto adorable, pero lo atrapa definitivamente con la evolución de un drama de proporciones épicas. En un in crescendo permanente, vamos descubriendo la historia de Sôichi y también la de Shinako, y cómo se ha establecido un vínculo irrompible entre ambos, con ese mágico bosque como epicentro imprescindible de su relación. Un nutrido grupo de secundarios dan la nota de color, y de humor, a la historia, haciendo que no olvidemos que, sí, existen el miedo, la soledad y la muerte, pero también el valor, la amistad y la alegría de vivir. De todo ello es testigo el pequeño Yôhei, quien, por muchos años que viva, jamás olvidará a los amigos que hizo en ese lugar, porque... Oh, ese es otro de los secretos del bosque de las maravillas. Para descubrirlo, deberás adentrarte en él y dejarte llevar por el cálido viento que recorre esta lectura de más de mil páginas.